Y en medio de ver pasar los años esperando que el año siguiente sería mejor en mis oportunidades laborales, en mi economía, en mis relaciones sociales; me concentré en mi hija, en sus talentos, en todo lo que le gustaba hacer y por su puesto en su salud que también se había visto muy afectada y requirió de varias intervenciones quirúrgicas mas todo lo que eso implicaba.
Por su puesto que logré sacarla adelante, se alivió de su dificultad de salud y estuvo en clases de Danza, teatro, pintura y dibujo, técnica vocal, baile, fue boy scout y luego se inclinó hacia el tenis de mesa y mas tarde al atletismo; ahora lleva 6 años entrenando y con el gran sueño de ser una atleta profesional a nivel mundial.
Ya tiene 14 años, es una adolescente bien portada, buena estudiante, buena amiga, muy inteligente, con muchos dones y talentos a quien miro hoy en día con mucho orgullo como mi gran compañera de viaje y con la que he vivido miles de aventuras.
Pero en el 2017 sentía que faltaba algo, descubrí que en esa inestabilidad emocional en la que estuve sumergida durante tanto tiempo me olvidé de mi, como si ya no tuviera nada que aportar profesionalmente, como si hubiera perdido el amor propio, el carisma para relacionarme con las personas, para ser líder y para proponer.
Pensé que dedicarme solo a ser una buena mamá era suficiente pero con el tiempo me dí cuenta que me estaba muriendo en vida y aunque los resultados con mi hija eran maravillosos yo me había perdido en el camino, sola y estancada.
Lo peor es que me había llenando de tanto temor con todo lo que me había pasado que estaba completamente bloqueada, no sabía como cambiar las cosas y me aterrorizaba desempeñarme en algo que no me gustara para sobrevivir.
Mi cabeza daba muchas vueltas al no entender muchas cosas, parecía que yo estuviera en sentido contrario al común de la gente (tener un empleo, recibir un salario, sacar adelante tu hija, resignarse a ciertas cosas, sobrevivir). Siempre me pareció que estábamos aquí para algo mas que nacer, crecer, reproducirse y morir. Mi vacío interno era cada vez mayor y con él mi cuerpo que no estaba en equilibrio con mi mente y mi espíritu, se empezó a enfermar cada vez mas.
Fue así como en medio de exámenes médicos e incapacidades por mi vértigo y la arritmia cardíaca me descubrieron un tumor maligno en el seno.
Todo se derrumbo en ese momento, pero también sabía en medio de mi dolor que esto no era mas que el resultado de esa inestabilidad, frustración, tristeza y bloqueo mental en la que estuve por tanto tiempo, llevaba muchos años acumulando energía negativa al no encontrar mi rumbo y el cuerpo se manifestó de manera abrupta para que por fin fuera escuchado y tomara riendas en el asunto.
Y así como fue de doloroso, triste y aterrador los 6 primeros meses, paso a paso se fue convirtiendo en un aprendizaje inmenso que abrió mi mente y mi espíritu a todo aquello que no había podido solucionar.
Y entonces lo entendí tenía que ser así para salir de ese círculo vicioso en que me encontraba esperando que las cosas por sí solas se acomodaran, dejando pasar los años.
Nunca lo vi como un castigo, mala suerte o algo así, pese al temor que produce saber que tienes cáncer y lo aterrorizada que estaba. De sólo pronunciar la palabra me generaba ataque de pánico y mucho malestar; nunca pude inicialmente investigar sobre el tema aunque en algún momento me pareció importante estudiar sobre lo que me enfrentaba, porque me indisponía mucho y sabía que tomaría tiempo asimilarlo.
Por lo que me encomendé mucho a Dios, comencé a prestarle mucha atención a mis pensamientos, sentimientos y al cuerpo para saber como manejarlo, a observar y escuchar bien cada que iba a una cita, al tratamiento, a otros pacientes en la clinica.
Le pedí fortaleza a Dios, a mi madre que ya había fallecido de cáncer y rogué mucho por el bienestar de mi hija.
Cuando puse todo en manos de Dios y pedí instrucción se convirtió en una experiencia espiritual increíble.
Lo curioso es que ya había pensado en la posibilidad de volver a dar clases y retirarme de la empresa, necesitaba respirar aire nuevo, ejercitarme y hacer lo que me gustaba, ya había hablado con algunas personas para ese fin de año y habían posibilidades, pero llegó el diagnóstico y fue como un tsunami que barrió con todo.
"El alma se me partió en dos, nunca había sentido algo así, lloré una semana sin parar"
No era algo voluntario, ni siquiera lo podía controlar y aun menos explicar, el dolor salia de mis entrañas, no era del corazón o la mente, era una extraña sensación en mi estómago. Alguna vez leí que el alma se encuentra situada entre el plexo solar y el abdomen y en verdad creo que es así por lo que sentí en esos momentos de profundo dolor, que venían de esa parte y sabía que era mi alma.
Nunca sentí rabia con Dios o con la vida pero si estaba muy sorprendida, me sentía sin piso, muy confundida y decepcionada de mí por haber permitido que esto le ocurriera a mi cuerpo, de no haberlo podido solucionar antes, de haber perdido tanto tiempo.
Pero también entendía que tenía que suceder para por fin ser escuchada, escucharme y para encontrar la misión de mi vida.
Sin embargo las predisposiciones frente a la enfermedad, el tratamiento y todo lo que pasa en el proceso me aterraba, me inundaba de miedo e inseguridad; no sabía si sobreviviría o hasta donde llegaría.
La sensación al principio y en quimioterapias siempre fue estar parada al borde el un abismo permanente mente, manteniendo al máximo el equilibrio para no caer pero viendo de frente ese abismo fatal.
Cuando este tipo de situaciones pasan inicialmente te resistes de muchas formas, a tu mente le cuesta aceptarlo y crea mucho caos y confusión, tu corazón y el alma se parten en pedazos y el cuerpo reacciona a estos estímulos con ataques de ansiedad, de pánico, de enfermedad, en fin.
Y VIENE UN MOMENTO EN QUE TE DAS CUENTA QUE NO LO PUEDES CONTROLAR, QUE NO PUEDES DEJAR TODO ORGANIZADO POR SI LAS COSAS FALLAN, QUE NO CUENTAS CON TU FUERZA FÍSICA NI MENTAL PARA PAGAR TUS CUENTAS, ATENDER A TU HIJA Y RESOLVER EL DÍA A DÍA COMO ESTAMOS ACOSTUMBRADOS Y HAY UN LLAMADO DE ATENCIÓN A CONFIAR Y APELAR A LA FE DE UN SER SUPREMO QUE NO QUIERE DAÑARTE Y QUE BUSCA CON ESTO UN GRAN PROPÓSITO EN TU VIDA. Y ENTONCES TE ENTREGAS A EL Y NO TE RESISTES MAS.

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